Hola a todos,
Como ya sabréis, ayer se tomó la decisión de que Israel continuase en el Festival de Eurovisión, lo que ha conllevado la retirada de algunos países que no están conformes con dicha decisión, entre ellos, España. Y me pasaba por aquí porque ya son muchos años con este blog y todos sabéis de mi amor por el festival. Esta va a ser la única entrada que haga respecto de la edición de 2026, no habrá comentarios de las canciones, ni apuestas de quién va a ganar ni nada. Hablaré del Benidorm Fest y quizá haga una entrada sobre Sanremo también, al ser festivales independientes al certamen. Pero eso va a ser todo. Si queréis leer mi carta de despedida (de hasta pronto, espero, como digo en el título del post), os espero tras el salto:
Llevo siguiendo Eurovisión desde el año 2002, al igual que muchos niños de los 90, que descubrimos la existencia del festival gracias a OT1 y la elección de Rosa López como representante. Desde entonces no he faltado ningún año a la cita, lo cual me ha causado tener que escuchar comentarios constantes de "Eurovisión es una mierda", "siempre quedamos los últimos", "solo nos vota Portugal y Andorra", "solo es política", etc. Pero me han dado igual, porque siempre ha sido mi pasión, mi momento favorito del año, un momento que además comparto con mi hermana, también eurofán.
Eurovisión me ha dado la suerte de descubrir numerosos artistas, tanto los que finalmente han acabado yendo al festival como algunos otros que se han quedado en las preselecciones pero que son igual de maravillosos. Me ha llevado a descubrir el Festival de Sanremo y a entrar en el maravilloso mundo de la música italiana, que a día de hoy domina mi Spotify. Incluso gracias a Eurovisión he conocido a algunas personas maravillosas, dos de las cuales tengo la gran suerte de llamar amigos a día de hoy (Nacho y Lucía: eso va por vosotros. Os quiero).
Los dos últimos años, no obstante, la cosa empezó a cambiar. Nunca olvidaré esas 48 horas del terror entre la segunda semifinal y la final del 2024, ese miedo que sufrimos todos los que amamos el festival y esas ganas de que llegara la madrugada del domingo para que todo acabara. Por no hablar del año pasado, la final del 2025, con esa pantalla dividida y los gritos y lloros de alegría cuando finalmente JJ se llevó su merecida victoria.
Y es que ese país que no voy a nombrar nos ha robado nuestra ilusión, ha hecho que tengamos miedo de la que una vez fue nuestra semana favorita del año. Y la UER está permitiendo eso, escudándose en el carácter apolítico del festival, que no es más que una falacia dado que, de ser así, Rusia y Bielorrusia seguirían participando.
Así que, como ya os decía, apoyo profundamente la decisión de España y este año no hablaré de Eurovisión en mi blog, ya que me parecería muy hipócrita por mi parte hacerlo. Y como eurofán es una cosa que me duele, os juro que estoy llorando mientras escribo estas líneas, pero creo que es la decisión correcta. Al fin y al cabo, a pesar de que es mi pasión, se trata de un festival de música, los derechos humanos son mucho más importantes.
Espero que en 2027 las cosas vayan a mejor, la UER recapacite y se expulse a quién todos sabemos. Mientras tanto, me despido del Festival.
Hasta pronto, querida Eurovisión. Ojalá vuelva todo a ser como antes.
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